miércoles, 17 de marzo de 2010

UN SILLÓN JUNTO AL FUEGO (artículo)



En determinadas épocas de la vida, nos vienen a la mente pensamientos cargados de un bagaje sentimental inusitado; añoranzas, la nostalgia del pasado, de seres queridos que se han ido y ya no están entre nosotros. (físicamente, aunque sí en nuestro corazón); parientes que por la distancia no se encuentran en el ámbito familiar, en unas fechas que pos su especial importancia querríamos que estuvieran, como pueden ser las Navidades, celebraciones y demás.
Cualquiera de nosotros nos habremos preguntado alguna vez porque no serán más fáciles las cosas. Porque en determinados momentos el destino o las circunstancias no se pondrán de nuestro lado haciendo posibles, ciertos anhelos que siendo tan humanos y hermosos no están al alcance de todos ni siempre que los necesitamos.
Estas líneas las quiero dedicar de un modo especial a todos aquellos seres principalmente ancianos que viven solos y que es penoso, peor que están solos los 365 días del año.

La soledad cuando es deseada, me refiero a esos momentos en los que necesitamos un poco de aislamiento para reflexionar y relajarnos, es interesante pero la SOLEDAD con mayúsculas, pura y dura, (no deseada) es como muro sin nada más allá de él Es una llave infranqueable en un corazón vivo y ansioso de calidez y amor.
¿A quién no le gustaría que le enviaran una tarjeta navideña o llamaran a su puerta para dirigirle unas palabras de cariño? A personas jóvenes o a los afortunados que viven en compañía rodeados y arropados, esto quizá no les diga gran cosa pero a los que no son afortunados esto seguro les dice mucho.
Cuando nos hacemos mayores nos volvemos más sensibles; salta a la vista que ansiamos ser atendidos, que nos escuchen, que nos presten un mínimo de atención, aunque sea una redundancia.
No quiero moralizar ni es mi deseo decirle a nadie como se tiene que comportar o como quiere tratar a sus mayores pero sí intento hacer hincapié en algo que considero importante pues las situaciones poco envidiables en que llegan a verse muchas personas, principalmente personas de edad, no deberían resultarnos indiferentes ya que puede ocurrirle a cualquier ser humano pues la vida es un carrusel donde se pueden dar todo tipo de circunstancias, reveses de fortuna, golpes de suerte y acontecimientos que se nos escapan de las manos en muchas y diversas ocasiones sin que nos demos apenas cuenta.
Con el transcurro de los años nos vamos percatando que la vida nos depara multitud de sorpresas, alegrías, tristezas y un sin fin de vivencias que van contribuyendo a formarnos, tanto en lo bueno como en lo malo pues hay cosas que puedan llegar a malear seriamente la personalidad de una persona.

La edad significa: experiencia, sosiego, paz, temores basados en las malas experiencias vividas y en un “concederle excesiva importancia y dramatismo a la otra cara de la moneda”, a las desgracias y catástrofes que se suceden en el mundo y que llegan hasta nosotros a modo de noticias.
A mí particularmente me gusta tratar a los demás como me gustaría que trataran a mí, por eso mismo cuando me encuentro con una persona mayor y sobre todo veo que su “mayor” deseo es poder transmitir algo de sí misma a los demás, me detengo y me digo: “yo también llegaré a ser como ella o como él” y: “seguro que me complaceré en que me escuchen y me den cierto grado de credibilidad” La miro con ternura y procuro ver en ella un presunto miembro de mi propia familia; escucho sus palabras porque también se puede sacar mucho partido, a veces son palabras cargadas de enseñanzas, “sabiduría popular”. Lo que consigo es hacer que se sienta bien esa persona, compartir con ella unos minutos es muy fácil, no cuesta nada y significa mucho para alguien que se halla en un mundo que nos petenece porque formamos parte de él; es nuestra vida, es el propio tiempo. Las Navidades son entrañables pero aunque no se trate de días señalados, esta tónica tendría que ser un poco general.
Al dedicar unos párrafos a persona que han dejado atrás su juventud, lo que quiero decir es que por todo lo dicho y mucho más, bien merecen:
“UN SILLÓN JUNTO AL FUEGO”:

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