miércoles, 3 de marzo de 2010

EL SÉPTIMO SENTIDO: EL HUMOR (artículo)

Alguien dijo una vez que una persona sin sentido del humor es como una carreta sin amortiguadores: se ve sacudida por todas las piedras del camino. Es una frase pero parece una exhortación, una lanza a favor de potenciar el sentido del humor; claro que cada uno es como es, sin más, no se puede tener todo y el que no posea esta inclinación o que no le interese fomentarla es muy loable, tiene todo el derecho del mundo nadie le puede decir nada. Quizá a veces no reímos porque se tiene una imagen equivocada de la risa en sí.Reír significaba ser inmaduro. Seriedad era sinónimo de devoción antiguamente. A alguien le hará ocurrido de pequeño que le dijeran: “¿de qué te ríes?” “borra esa estúpida mueca de la cara”, “vamos a ver cuando maduras, pareces un payaso” Existen muchos inconvenientes para la risa, para el humor, para tomarse las cosas un poco menos en serio: vergüenza, ira, rechazo, preocupación, miedo, críticas… el que dirán importa, afecta a la psiquis.


La lista de obstáculos es larga y empezó cuando éramos pequeños. ¿Por qué se toma como un”ligero de cascos” a alguien con un desbordante o muy desarrollado séptimo sentido? No siempre es así pero ocurre.
La diferencia que media entre algo dicho pro una persona aseria y circunspecta a lo mismo pero en boca de un individuo caracterizado por los cascabeles humorísticos de la risa y el desenfado hay un considerable abismo, pero de lo que sí no se percatan es que alguien que sea capaz de sacarle punta y filo a cualquier cosa también puede ser capaz de decir las cosas más problemáticas, restándoles importancia, desvirtuando su gravedad, haciendo en definitiva menos daño.


También contribuye a darle más chispa a la vida que de por sí (estarán de acuerdo conmigo) ya es bastante seria, además aporta una incondicional colaboración en cuidar la salud porque la risa es una terapia al abrigo de los contratiempos. Tiene un sinfín de ventajas, incluso a la hora de afrontar problemas y enfermedades. Hay quien recomienda tener en una habitación, despacho y oficina alguna fotografía graciosa o un conjunto de ellas, propias o ajenas, fotos de cómics o algo que tenga que ver con el aspecto más simpático de la vida. Si no se logra en nosotros mismos, podemos aprender de las persona que lo consiguen.
Yo por experiencia propia, he comprobado que cuando intento desdramatiza las cosas y sonreír a tiempo antes de enfadarme, paso mejor el resto del día, con lo cual siempre me decanto por contar hasta diez y decir: “Pongamos en marcha el séptimo sentido que para eso lo tenemos”
Reconozco que es muy fácil hablar y pronunciarse por algo que sale de dentro, que no se compra ni se vende y que aún poniendo “ toda la carne en el asador”, a veces es prácticamente imposible darle la espalda a muchos contratiempos y reveses, ponerse el mundo por montera como diciendo: “aquí no ha pasado nada, todo sigue igual; yo me río de Jeneiro”
Pero al menos, en circunstancia intermedias, esas que pueden tener las dos caras, que depende del receptor, de cómo las enfoques, en esos momentos sí se puede en mayor o menor medida poner en marcha el mecanismo de la hilaridad, del humor del que hablamos.
A mí en una ocasión me regalaron un poster que me encantó por el mensaje que encierra todos y cada uno de los párrafos de que consta dicho poster.


Está encabezado por la siguiente frase:
“Una sonrisa no cuesta nada pero da mucho, enriquece a quien la recibe sin empobrecer a aquellos que la da. Solo florece un instante pero su recuerdo a veces dura para siempre.”

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