lunes, 1 de marzo de 2010

RAMÁS DE UN ÁRBOL (artículo)


Que bonito sería saber de donde somos, de donde venimos y a donde vamos.


A mí personalmente eso de averiguar los propios oríenes me encanta, sobre todo teniendo en cuenta que cuanto más sabemos de ese tema más y mejor, seremos capaces de entender y asimilar infinidad de cosas que de otro modo resulta difícil de comprender. Debido a que el tiempo pasa y no precisamente en vano, deja unas huellas imperecederas en lo que encuentra a su paso, marcando sus pautas y poniendo su "condiciones" sobre nosotros.


Cuando te das cuenta han pasado veinte, treinta, cuarenta años... de un soplo y lugo te preguntas: ¿cómo se habrá ido tan rápido? No me he enterado, parece que fue ayer cuando... en fin ¿para qué segur mencionando las consecuencias del reloj? ¡qué no tiene la culpa además!
Precisamente por eso, es un misterio. Y a veces lo que te parece lejano, es todavía cercano y viceversa. Saber a ciencia cierta quien es el abuelo de mi bisabuelo o el tatarabuelo de mi tatarabuelo que sería mi tatareudo en cuarto grando me parece muy interesante porque se descubren cosas que no se sospechaban. Procedencias desconocidas, nombre curiosos, apellidos... igual ilustres o extranjeros. Anécdotas la mar de divertidas, de esas que gusta de comentar en ratos de tertulia. Luego te vienes a dar cuenta de que imaginabas unas cosas y te tropiezas con otras muy distintas en ocasiones mejores y otras peores, más negativas pero siempre importantes a la hora de hacer un balance de tus orígenes y por tanto de tu propia herencia genética.

Cuanto se ha dicho de las leyes natuales de la herencia humana, en las cuales se registran cada día nuevos descubrimientos como resultado de experiencias y cálculos estadísticos. La manera como los genes se unen en la reproducción ha sido estudiada y examinada detenidamente y con microscopio; tales observaciones han sido confirmadas al experimentar en la cría de animales.

La herencia natural procede siempre en un orden perfecto y regular. Lo que ha aparecido en el pasado se dará en un futuro en circunstancias análogas. Se tiene la certeza de que las características de los padres reaparecerán en sus descendientes en tal grado que si, se conocen previamente aquellas, podrán predecirse en gran parte las cualidades de la futura generación. Lo mismo para los caracteres morfológicos que para los mentales, los físicos, psíquicos, etc, tanto en el aspecto positivo como negativo, en lo bueno y en lo malo, como dicen en el matrimonio.

Se puede uno parecer a un antepasado hasta en cinco generaciones atrás. De modo que si una persona tiene un tataradeudo con un ojo de cada color como le pasaba a Alejandro Magno, la persona en cuestión puede llegar a tener un ojo verde y el otro azul. Y todos se preguntarán: ¿A quién se parece? Nadie en la familia tiene ojos de distinto color. Este salió raro. NO. Porque sus genes se han pronunciado. No lo habían hecho antes pero lo han hecho ahora. Claro, como la fotografía no se inventó en sus inciios hasta 1839 en París, supuestamente por un tal Louis Daguerre, no había forma de saber que aspecto tendría tal antepasado, presuntamente causante de tal irregularidad, pero si hacemos caso de la ciencia y echamos mano de la historia sabremos que casualidades como esa y muchas otras tan extrañas o más se han dado y se seguirán dando mientras que el mundo sea mundo. Y después de eso: ¿A qué resulta interesante saber del pasado? El único inconveniente es el tiempo que lleva pedir las partidas de nacimiento, datos, matrimonio, defunciones, etc, que conlleva el llegar a tal información que se requiere para tal fin. Tiempo y ganas de hacerlo, claro, paciencia y entusiasmo, después que cuanto más te remontas más complicado es entender la letra de quienes escribían antes en los libros de registro y en las iglesias pero en fin es cuestión de ir poco a poco, sin prisas. Oí decir que en algún país de América está a la orden del día eso de saber quienes eran los predecesores. Y bueno a veces te encuentras con alguien que te cuenta que ya tiene hecho el suyo y que ahora ha cogido carrerilla y está confeccionando el de su pareja. De ese modo si tienen hijos, ya tienen su árbol geneálogico al completo, por si es de su interés, que nunca se sabe pero de cualquier modo: antes o después alguna curiosidad desperterá el tema.

Alguien dijo una vez: Somo "ramas" de un árbol, de muchos árboles y hay tantos árboles... de tantas clases. Es muy bonito saberlo.


La foto es un árbol que uno de esos maravillos pájaros carpinteros decidió convertirlo en su hogar. Lo "inmortalicé" con mi cámara. Y decidí ilustrar con ella este artículo.

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