lunes, 15 de marzo de 2010

LAS MUSAS DE LA INSPIRACIÓN (artículo)


Alguien que escriba, pinte, esculpa o realice algún tipo de arte, sabrá que la inspiración aparece y desaparece como por arte de magia.. Están supeditados a acogerse a ella servilmente porque sin ella no se haría grandes cosas.
La inspiración lo es todo para un artista. A veces una idea ronda por la mente pero no se está en el lugar adecuado, ni acompañan otras circunstrancias como tiempo, espacio, situación, etc. Es penoso no disfrutar de un acompañamiento simultáneo de motivos que favorezcan la realización de una idea. Si se dan cita todos los elementos propicios, el resultado es la puesta en marcha de una obra, un proyecto o cualquier tema relacionado con la creatividad.
También para lo cotidiano, aunque parezca mentira, se necesita inspiración. No estamos todos los días del mismo humor ni con la misma disponibilidad para trabajar y hacer cosas.

La frase: “No voy a ordenar la habitación hoy, aunque le hace buena falta, no estoy inspirado/da” Es muy común. No sé por qué pero la pereza que se apodera del más diligente es algo tan frecuente como indiscutible. Sin saber la causa que la produce caemos en una desidia abatible en el momento menos pensado, que nos obliga a “tirar la toalla” y decir: “mañana lo haré” “mañana será otro día” “no corre tanta prisa” “no me siento con ganas”. Lo de: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, pasa a un segundo plano por no decir a un tercer término y nos abandonamos a la deliciosa “Dolce far niente”, “la delicia de no hacer nada”. Es tan humano como loable por supuesto. No somos máquinas.
Luego, cargamos pilas y como si nos sintiéramos culpables por la pereza existente, canalizamos nuestra energía, haciendo acopio, unas veces de valor, otras de resignación, otras de entusiasmo, nos ponemos manos a la obra, planeando con más fuerza que antes de caer en el bajón. Es como si renaciéramos de nuestras propias cenizas como el Ave Fénix.

Pero eso sí, hacer un alto en el camino, viene muy bien, sobre todo cuando nuestra resistencia parece encontrarse al límite y está a punto de sufrir un bache. Pienso que si consideráramos este hecho como algo normal y no como un altibajo negativo o un “socabón personal” comprenderíamos mucho mejor nuestra propias limitaciones y las ajenas. Saber hasta donde se puede llegar en la meta o en el quehacer cotidiano del rutinario devenir del “modus vivendi” es importante, primordial. Por eso mismo no es de extrañar cuando necesitamos unas vacaciones, un descanso o esperamos con santo advenimiento que llegue el fin de semana para desconectar y relajarnos. Aún así, volviendo a la inspiración que ha sido siempre la fuente, el manantial que emana para producir sin esfuerzo y lo mejor posible, habría que infundirse ánimos de vez en cuando a uno mismo y a los demás; a los que nos rodean para llegar a una mayor canalización y disponibilidad cuando se tercie, restando importancia a la carencia de ella. Que da lo mismo sentirse indolente porque más tarde viene el torrente de inspiración que nos invade y que nos lanza a un mayor rendimiento laboral e intelectual.

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