Podemos sentirnos en infinidad de ocasiones mal con nosotros mismos y con los demás, nuestro propio entorno nos incomoda; todo cuanto nos rodea nos produce desazón,temor, angustia y malestar.
Es como una sensación que emerge de lo más profundo de nuestro ser, que nos invade como una oleada impidiéndonos ver claras muchas cosas que deberíamos tener siempre presentes.
No es nuestra culpa sentirnos de ese modo, es inevitable; el carrusel de la vida, el imparable de caude de acontecimientos mundiales y personales se agolpan incesamentey ya depende de nuestra propia capacidad de asimilización el que lo vayamos aclopando a nuestro "modus vivendi”, sin que nos cause mayor efecto o repercusión. No voy a dar consejos ni a exponer una terapia contra los avatares de la vida, simplemente reflexiono sobre ciertos puntos que nos pueden pasar desapercibidos y que están ahí. Cierto que hay temas demasiado escabrosos; a muchas personas les suceden acontecimientos difílmente superables; irreversibles incluso; yo tengo siempre un pensamiento dedicado a ellas; a todo aquel que sufre en silencio, que nadie conoce sus penas y su dolor, para mí es como un ser que se encuentra en medio del desierto en busca de un oasis, el oasis que nunca ha encontrado, cada día que pasa es un paso hacia atrás, hacia el vacío. ¡Cuánto darían por encontrarlo! Que se produjera un milagro y se solucionaran todos sus problemas. A veces es bueno mirar en otra dirección, hacia otro ángulo; establecer un hilo de conexión con el mundo de los desventurados nos induce a saber que nosotros mismos poseemos una gran fortura con nuestros propios valores. Sencillamente, al margen de las cualidades humanas o bienes materiales, deberíamos enfrascarnos en pequeñas cosas cotidianas o esporádicas pero que son intagibles, en las que no acostumbramos a envolvemos, no reparamos en ellas y son realmente maravillosas.
Cada uno tiene un concepto distinto, una visión diferente de lo que puede ser “maravilloso”; lo que sí es verdad, es que podemos sacar de nuestro propio interior para influir para dejarnos llevar hacia un estado positivo, con una comprensión empática de las cosas. (Ponernos en el lugar de los demás y preguntarnos: qué haría yo en su situación? ¿vale la pena sentirme como me siento? Voy a tratar de verlo de otra forma, desde otra perspectiva). Es muy fácil decirlo, lo sé, pero desde mi modesta opinión, existen muchos caminos, muchas vías que conducen a distintos puntos, uno que había que destacar es el de la visión positiva. Y sobre todo, disfrutar con pequeñas cosas como el canto de un pájaro, la sonrisa de un niño, una puesta de sol o descubrir un día por la ventana el arco iris, contar los colores de que se compone, extasiarse con su belleza y plasmarla con una fotografía.
El mundo de las pequeñas cosas es tan amplio y pleno que tardaríamos un sinfín de tiempo en descubrirlas todas y cada una de ellas y disfrutar inmersos en ese mundo, a la vez que aprendemos de él.
Creo firmemente que si enriquecemos nuestro universo interior, agrandamos nuestra alma y se reducen algunas de las causas que nos impide ser felices.
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