domingo, 21 de febrero de 2010

CARNAVAL "CARNAVAL"; artículo


Se ha dicho que nos disfrazamos en Carnaval de lo que nos hubiera gustado ser o en su defecto: con ló que más nos identificamos.
¿A quién no le habría fascinado verse convertido como por arte de Magia Borrás en una princesa de cuanto de hadas o en una do esas sirenas a las que se atribuye una asombrosa belleza escultural y gélida sacada da un fiordo escandinavo?
Nos pueda atraer colocarnos un disfraz de demonio o de diablo con tridente incluido para divertirnos haciendo pequeñas travesuras haciendo: — (valga le redundancia) haciendo honor a lo que llevamos puesto. Si se opta por el de mago como por ejemplo: Merlín, te transportas a un mundo da “poderes”, que satisface cualquier fantasía utópica durante horas; solo se necesita una barba larga y espesa, una túniica flotante con los símbolos del zodíaco bordados y un gorro puntiagudo. Con eso, te puedes ver en el espejo e imaginar que todos los deseos se verán cumplidos como le ocurrió al Rey Arturo gua consiguió según dicen le corona de Inglaterra gracias a dicho mago.
Como quiera que sea, “la máscara”, “el disraz”, nos aparta da la rutina nos potencia o despierta en algunos casos el séptimo sentido que se llama: “humor” y nos obliga a olvidarnos de los problemas que llevamos a cuestas durante todo año y que debido precisamente al carnaval los arrinconamos y decimos: “Mañana buscaré solución. Hoy voy a salir a la calle y no quiero ser yo. Voy a ser un encantador e serpientes, un oso polar, la pantera rosa o una cabina de teléfonos ambulante”.
Claro que como todos está el reverso de la medalla; la otra cara de la moneda. Hubo carnavales que tuvieron un tinte trágico, alguien se aprovechó del anónimo, de la careta y se convirt;ió en semilla y cosecha de la violencia, pero no por eso vamos a desconfiar. Son casos aislados. En lugares donde el frío es el denominador común,la gente se ve obligada a usar disfraces abrigosos. En Tenerife y Brasil, el Carnaval se vive con un derroche da artilugios despampanante. Es un alarde de color, brillo, espectáculo y belleza flotante. La mutitud se lanza a la calle para vivir días de tributo al Carnaval a bombo y platillo. Es corno si estuvieran esperando todo el año con santo advenimiento para demostrar pública y mundialmanta que esa fiesta juega un “rol” imperecedero en sus vidas al que saben sacarle un partido innegable.
Donde las bajas temperaturas imperan no pueden hacer lo mismo porque el invierno les viene a recordar que ciertos disfraces no se puedan lucir como debieran al menos por la calle, pero aún así, se procura disfrutar del carnaval en locales donde las luces artificales se encargan de enfocar con luces de colores a la cara de “la abeja Maya”, “el ratoncito Pérez” o el mismísimo “Lucifer”
Hay detractoras del Carnaval paro lo cierto es que en líneas generales y sin entrar demasiado en disquisiciones o polémicas la risa es un terapia . El disparate sano, la exageración, la comedia, la alegría corvierten el mundo en un laboratorio de humor, y el humor es sano. El Carnaval entre otras cosas, provoca a raudales: Hilaridad.

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