jueves, 25 de julio de 2013


Salvando distancias
Ana Julia Martínez Fariña (2013)

Un buen día, una mañana cualquiera, Amadeo da los buenos días a su mujer y esta le comunica que no desea envejecer a su lado y le pide el divorcio.
En medio de la confusión y el desconcierto ante una decisión que no es capaz de asimilar, comienza a recibir cartas de la tía Sili, una familiar suya que reside en México y que en realidad ni siquiera ha conocido en persona.
Amadeo decide contestarle y se suceden una serie de misivas donde su tía le cuenta su vida en México y los dos comprueban que tienen mucho en común y sobre todo, que, gracias a esta correspondencia, Amadeo, intenta superar su inesperada e inexplicable experiencia. Su existencia cambiará definitivamente cuando determina cruzar el charco y conocer a esa pariente que ha conseguido que viera las cosas desde diferente perspectiva.
La prestigiosa escritora Rosa Regás prologa la última novela de Ana Julia Martínez Fariña, “Salvando distancias” (Ediciones Atlantis)


jueves, 17 de mayo de 2012

martes, 1 de mayo de 2012

EL SUEÑO DE LA MEDUSA

Novela que ha resultado finalista del Premio Hontanar 2012.

miércoles, 18 de abril de 2012

QUERIDO CIPRÉS (Relato)


Querido Ciprés:

En esta ocasión tengo algo mucho más doloroso que contarte. Tú has sido mi paño de lágrimas durante algunos años de mi vida. Te he escrito a ti, a esa maravillosa creación de la naturaleza, a ti, que das oxígeno, que das vida, que eres una ventana a la eternidad por eso te eriges en ese lugar a donde todos, absolutamente todos, vamos a parar, donde acabamos nos guste o no, donde el silencio, la oración y el descanso se entrelazan formando un círculo perenne.

Nunca me has decepcionado, siempre has estado ahí, esperado mis confidencias, mis anhelos y de esta vez: mi más dramáticas experiencia.

Me ha ocurrido algo, querido ciprés, trágico, algo de lo que ni siquiera sé si podrá recuperarme. Lo más desgarrador que le puede ocurrir a alguien.No debería de pasar nadie por esto, ¿sabes? Es una prueba demasiado dura, implacable.

Mis lágrimas podrían bañar este pequeño pueblo del que ahora me alejo muy a pesar mío. Y digo muy a pesar mío porque siento alejarme de ti, CIPRÉS, siento no volver a verte aunque sé que vas a sobrevivirme por la ley de la naturaleza. Eso si a nadie se le ocurre deshacerse de ti, cosa que dudo porque tu presencia es majestuosa y lo más antiguo y bonito que se ve por este lugar. Espero que no, espero que te mantengas aquí donde has visto nacer y crecer tantas generaciones, por donde tantos niños han corrido y jugado rodeándote y disfrutando de tu verbosidad, de tu aroma, de la salud que aportas con tu presencia.

De esos niños… entre los que se encontraba… mi niña. Mi hija, mi querida e inolvidable NOEMÍ.

Sí, CIPRÉS, nuestra niña NOEMÍ, esa preciosa niña de cabello negro y ondulado, de ojos color miel y sonrisa permanente en unos labios en forma de corazón y dientes inmaculados, se nos ha ido. Se nos ha ido para siempre…

Hace dos meses que un turismo conducido por alguien a quien el sol le deslumbró (o eso fue lo que alegó) se la llevó a ella y su bicicleta por delante, dejándonos a todos desolados, abatidos y desorientados. Ese 20 de Mayo no se borrará de mi pensamiento, cada 20 de Mayo volveré a vivir aquella tragedia que ninguna madre debería vivir. No sé que pensar CIPRÉS. Se dice que todo ocurre por un motivo, por una razón mal que nos pese… pero yo no sé encontrar una razón a esto. No puedo entender que haya algo… no se sabe donde que permita esta clase de desgracias, estos hechos reales y desgarradores que hacen que tu vida de un giro de ciento ochenta grados y que nada vuelva a ser como era.

Sin NOEMÍ, nada va a volver a ser lo mismo, ni yo misma sé si podré seguir adelante aunque tenga otros dos hijos que me necesitan a quienes tanto quiero. ¿Sabes lo que significa para una madre perder a un hijo, CIPRÉS? ¿Sabes lo que se siente cuando tienes que dar el último adiós a una persona que has llevado dentro de ti durante nueve meses? Que emitió su primer llanto en mis brazos cansados mientras las lágrimas corrían por mis mejillas por la emoción y que ahora corren incesantes por la pena. Afloran cuando a cualquier hora del día, en cualquier lugar porque ya no está conmigo, ya no volveré a verla…. A esa niña que dio sus primeros pasos ayudada por mí, que pronunció un “mamá”, ante una madre orgullosa, encantada y expectante, a la espera de escuchar esas palabras como si fueran lo más importante del mundo.

Va contra natura querido CIPRÉS, es algo que no debería ocurrir nunca pero como yo… hay tantas madres y tantos padres que han pasado por lo mismo. Me gustaría conocerlos, me gustaría poder estar con ellos, hablar sobre esto, horas y horas… no para encontrar una explicación porque no la tiene pero sí para crear un círculo de terapia, intentar ayudarnos los unos a los otros. Yo necesito ayuda, estoy perdida en este mundo donde ya no está NOEMÍ, mi niña, esa niña de catorce años que empezaba a convertirse en una preciosa jovencita que además no tenía esas “cosillas” que aporta la adolescencia, esos caprichos, rebeldías y contradicciones que lleva implícita como si fuera una impronta esa etapa tan conflictiva a veces pero tan bonita que es el paso de la niñez a la edad adulta.

Casi todos hemos arremetido contra nuestros mayores porque no estábamos de acuerdo con las normas establecidas pero NOEMÍ, era diferente. Sé que siempre se habla maravillas del que ya no está, es como un homenaje y mucho más y con más motivo: una madre

Pero hablar de NOEMÍ… es hacer honor a la verdad cuanto se diga de ella.

Tú que eres testigo del tiempo, tú que todo lo sabes y nada dices… que la has visto jugar, reír y correr… por favor protégela en tu seno, llévala a un lugar especial donde nunca se encuentre sola. Sé que desvarío, porque ignoro si lo que digo es cierto. Ignoro si en verdad existe ese lugar del que te hablo, nadie puede asegurarlo, nadie ha vuelto para decirnos… si es cierto que hay un lugar para las personas que cruzan la “Laguna Estigia” como dicen los poetas, que traspasan ese famoso túnel al final del cual divisamos una maravillosa luz que nos lleva a un lugar mucho mejor que éste el de los mortales. No lo sé, CIPRÉS, pero prefiero pensar que existe y que mi niña está ahora en él, feliz, tranquila y en paz. Quiero creerlo, necesito creerlo, porque de no ser así, me volvería loca o acabaría reuniéndome con ella. En el fondo no me importaría pero tengo otros dos hijos que me necesitan, que son todavía muy pequeños y afortunadamente para ellos ni siquiera han sufrido la pérdida de su hermana porque no son conscientes de lo que en realidad …. Significa la muerte. No la interpretan ni la entienden como los adultos. Los adultos sufrimos de un modo desgarrador, latente, punzante, estamos llenos de recuerdos, nuestra mente se zambulle en escenas que acuden a ella sin que podamos darnos cuenta. Nos columpiamos entre el pasado y el futuro y olvidamos muchas veces el presente. A mí ahora me ocurre; recuerdo el pasado, el pasado con NOEMÍ y también imagino el futuro sin ella. De pronto me echo a llorar porque pienso que nunca tendré a esa hija que sea mi sucesora, que me comprenda en esas cosas que tenemos las mujeres y me apoye en esos momentos donde el espíritu femenino es tan sensible, la pérdida de un ser querido por ejemplo y detalles sin importancia pero que nosotras no sé el porqué pero sí acostumbramos a dársela.

Y hay algo de lo que sí me arrepiento, CIPRÉS. Algo que no tiene ya remedio y que martillea en mi cabeza sin cesar.

NOEMÍ, pensaba que yo quería más a uno de sus hermanos, al benjamín de los tres, a VÍCTOR. Tal vez le consentía más a él porque era el más pequeño, el más débil de salud y el más mimoso.

Pero había algo que nunca le dije a mi querida NOEMÍ. Y es que fue ella quien me dio la fuerza para seguir adelante cuando todavía estaba en mi vientre.

Yo estaba embarazada de seis meses cuando ocurrió algo horrible para mí, tú lo sabes, CIPRÉS, sabes como me ha golpeado la vida en algunos momentos aunque también me dio muchas cosas buenas y bellas.

Sabes que perdí a mi primer marido de una enfermedad galopante. Sabes que fue NOEMÍ quien me dio una razón para seguir adelante y que desde lo más hondo de mi ser, sentí que debía continuar porque ella estaba en camino y reclamaba un lugar en el mundo. Un lugar con todo el derecho porque cuando una vida está en camino es como si todas las fuerzas de la naturaleza se pusieran de acuerdo para darle la bienvenida. Es algo hermoso, único, de una grandiosidad para la que no hay palabras. Pero aún así, mi dolor era inmenso, los tres meses siguientes antes de ver la luz, NOEMÍ, tuvo que soportar mi tristeza, mi desconsuelo, mi negación ante los hechos. Creo que a pesar de no haber nacido todavía eso se percibe pero no podía evitarlo. NOEMÍ, ya no conocería a su padre y yo había perdido a mi amor.

Yo nunca le dije que ella fue quien me “obligó” pero de forma positiva y esperanzadora a seguir adelante, a no caer, a no sucumbir ante la pena y el dolor. Pero nunca se lo dije, CIPRÉS, ella se fue sin saber esto y no puedo evitar sentirme culpable por ello.

Cuando ella me decía: - Quieres más a mi hermano VÍCTOR, le consientes más que a mí y más que a BRUNO.-

Yo nunca le dije: - No hija mía, no es así, no creo que haya ninguna madre que quiera más a un hijo que a otro, tal vez le consienta más por su corta edad y por que tal vez es un poco más frágil y necesita más mimos pero tú fuiste el motor de mi vida en un momento crucial y delicado de la misma. Yo a ti te debo mucho. Gracias a ti, tuve ilusión por vivir, cuando te vi por primera vez y supe que eras mi niña… luego fui capaz de sentir ganas de vivir y por eso llegué a conocer a otro AMOR, a un amor grande que se convirtió en mi segundo marido, que llegó a ser un padre para ti y que gracias a él están tus hermanos, esas dos criaturas que ahora se convierten en otro motor para seguir adelante y no irme detrás de ti… aunque eso… si supiera que volvería a verte… no me importaría, porque no me hago a la idea de no volver a verte, NOEMÍ, no sé que voy a hacer sin tu presencia, sin tu risa, tus preguntas, tus respuestas, tu alegría y ese amor que ponías en todo lo que hacías y en todo lo que te quedaba por hacer…

Esto no se lo dije nunca CIPRÉS, y me condeno por ello, sé que con sentirme culpable no arreglo nada, no tiene solución, quiero pensar que ella me escucha, desde ese otro lugar que no sabemos donde está, esa dimensión desconocida, extraña, inhóspita, solitaria, inexpugnable y misteriosa.

Si pudieras contestarme, sé que lo harías, sé que me dirías lo que piensas desde tu majestuosidad, desde tu perenne visión, desde tu sabio conocimiento. Has visto tanto… eres longevo, hermoso, estático y solemne. Nos recuerdas que el mundo es bello y que la vida vale la pena pero… cuando ocurre algo así… CIPRÉS, a mí me gustaría formar parte de ti, verlo desde tu prisma para comprender el devenir y los avatares de la vida. Tú los comprendes, los respetas y te haces cargo de ellos. No te inmutas, permaneces alerta, expectante y esperas como pasa el tiempo con esperanza y resignación pero nosotros los humanos… sufrimos de un modo lacerante, nos peleamos con nosotros mismos y con lo que nos rodea en una lucha inútil por sobrevivir. Huimos de la realidad, nos escondemos de ella, salimos corriendo porque no tenemos esa fortaleza, nos falta algo que tú tienes y que yo te estoy implorando ahora…. En el presente… sí CIPRÉS, solicito de ti todo lo que me falta: oxígeno para respirar , ánimo para seguir, indulgencia para perdonarme a mí misma, resignación para levantarme día a día y no caer nada más despertar y poner un pie en el suelo.

Estoy a punto de derrumbarme, estoy a punto de tirar la toalla y dejarme llevar por la desesperación y el desaliento pero… tengo que seguir, al menos unos años más para criar a BRUNO y a VÍCTOR.

Quiero dejar todo atado y bien atado, verlos crecer al menos, hablarles de NOEMÍ, decirles que un día tuvieron una hermana maravillosa que un buen día fue reclamada en el Cielo porque posiblemente era tan maravillosa que resultaba etérea y la necesitaban con premura en un lugar a donde deseamos llegar lo más tarde posible.

Que ellos son tan maravillosos como ella pero nacieron con otra misión, la de estar en la TIERRA, durante un período más largo, no sé tal vez porque todos tenemos un destino o es algo que no se llama destino, tiene otro nombre que desconocemos y por más que lo intentamos no desciframos como se llama o como debemos definir.

Ella está contigo, CIPRÉS, descansa contigo para siempre porque yo así lo he querido, he querido que la acogieras en tu seno; tú, que has sido mi confidente durante tantos años, te conviertes en una segunda madre para mi niña.

Ahora es tuya, cuídala y protégela del viento, de la tempestad, de la lluvia y el rocío. Contigo descansará bien, eres un buen testigo del tiempo y de la vida. Eres mi amigo y ahora lo serás de ella más que nadie.

Te quiero, NOEMÍ, te quiero CIPRÉS. Quiero que me esperéis los dos, aunque no me traigan aquí cuando muera, estaré con vosotros donde quiera que esté porque os llevo en el corazón y así será mientras viva.

Hasta siempre.

Lucía y David se miraron de hito en hito. Permanecieron cogidos de la mano mientras Lucía leía la carta que habían encontrado semi-enterrada al pie de aquel fantástico ciprés.

Sintieron un escalofrío y cuando la lectura tocó a su fin los ojos de los dos jóvenes estaban llenos de lágrimas.

Descubrieron sin querer que en aquel lugar maravilloso donde habían decidido comenzar su vida y donde deseaban ver crecer a sus hijos albergaba una historia dramática y también conmovedora.

Alguien tenía a aquel ciprés como confidente desde hacía muchos años: su antigua dueña y también y lo más seguro… al pie de aquel ciprés descansaban… las cenizas de una niña cuya vida fue segada en trágicas circunstancias.

Lucía portaba en ese momento un ramo de flores con las que, con gran alegría tenía pensado decorar su salón, el salón de su nuevo hogar.

Miró una vez más a David el cual asintió sin palabras, con un movimiento de cabeza a algo que tenían los dos en mente hacer después de finalizada la lectura de aquella peculiar y estremecedora carta.

Lucía entregó la carta a David y los dos al mismo tiempo y como si de un ritual se tratara se agacharon al unísono, depositando el ramo y la carta en el mismo lugar donde la encontraron: semi-enterrada acompañando tal vez las cenizas de NOEMÍ.Tras una oración en silencio y con los ojos llenos de lágrimas, volvieron a mirarse, se dieron un beso y lanzaron otro al ciprés y a lo que éste albergaba.

FIN

miércoles, 27 de abril de 2011

PEQUEÑA GRAN RELIQUIA (relato ganador del XIV Premio ÁLVARO PARADELA 2009, Concuros de la SAF de Ferrol)


Su carácter huidizo y hostil le habían convertido durante su larga vida en una persona cuya compañía no era precisamente requerida. Su familia, compañeros y vecinos, ya que la palabra “amigos” no figuraba ni en su vocabulario ni en su entorno conocido, procuraban sobrellevar sus arrebatos de mal humor de la mejor manera posible pero a la hora de pedir un consejo, organizar una fiesta o gastar alguna broma no le incluían en la lista porque sabían de antemano que no aceptaba nada relacionado con la comunicación social. Como excepción sus más allegados, le recordaban con un cariño “familiar”, aquel que por tradición, apego o costumbre, se profesan las personas que durante años han compartido el camino más o menos extenso o grato que nos toca vivir a los mortales.
Pero todos guardamos algo en nuestro interior, algo que a veces no se deja ver pero que existe y late como un segundo corazón en lo más profundo de nuestro ser. Solo unos pocos son capaces de transcribir ese latido, de ir más allá de lo que se transparenta y leer entre líneas. Arturo se fue de este mundo sin mostrar sus sentimientos ni siquiera hacia los más cercanos. Ni su mujer ni sus hijos recibieron nunca una palabra de cariño por su parte. Se daba por hecho, entre reprimendas, descontento y prolongados silencios que en medio de todo aquello, podía vislumbrarse algún resquicio de amor.
Pero su primera biznieta, una niña de doce años que no llegó a conocerle, descubrió lo que nadie antes había hecho. Una carta escrita por Arturo veinte años atrás. Una carta escrita desde lo más hondo de un corazón atormentado por recuerdos y malas experiencia. Una carta donde decía lo que los demás anhelaron siempre y nunca tuvieron por su parte. Entre otras muchas cosas importantes para ellos lo más hermoso: Que les había querido con toda su alma.

“Dicen que es más fácil expresarse por escrito que decir las cosas a través de la palabra hablada y es verdad. Yo soy un ejemplo de ello, algo dentro de mí, me impide decir lo que pienso y mucho menos lo que siento, ¿cómo he podido ser tan mal compañero para mi querida esposa y un padre tan distante para mis hijos? ¿qué derecho tengo para comportarme así, viendo diariamente en ellos esa ansia de saberse queridos y ese deseo de que se lo digan? Es como si el don que tenemos los seres humanos de expresarnos, de acariciar, de transmitir, lo tuviera enmudecido, mutilado. La sombra de mi pasado me ha perseguido toda la vida, no he conseguido quitármela de encima, ha sido más fuerte que yo. Mis manías, mis prejuicios… ¿para qué? Para llegar al ocaso de mi vida y darme cuenta de que lo he tenido todo a partir de una época y no lo he aprovechado ni disfrutado y todo por haberme columpiado entre el pasado y el futuro, sobre todo en el pasado, olvidándome del presente.
Mi querida Rosa, estas líneas son para ti, solo para ti. Te he querido desde el primer momento en que te ví, has sido la mejor compañera con la que un hombre puede soñar, tú no puedes decir lo mismo de mí, lo siento, lo siento muchísimo cariño, perdóname, algún día sabrás por esta carta lo mucho que te he querido, en silencio, sí, no es lógico pero te he querido y si lo hubieras necesitado habría dado mi vida por ti, no lo dudes.
Todas mis manías tienen un motivo que yo nunca supe o no quise contar, por ejemplo lo insoportable que me pongo cuando te vistes de negro; se debe a que cuando murió mi padre siendo yo un niño de cinco años, por aquel entonces el luto era riguroso y no se les ocurrió otra cosa que vestirnos a mí y a mi hermana de negro para secundar también el luto por mi padre, cuando en realidad debido a nuestra escasa edad no comprendíamos muy bien ni lo que estaba pasando solo que nos quedábamos huérfanos de padre, que nos dejaba para subir al cielo sin saber la razón. Y como eso tantas y

tantas cosas… que me han convertido en un hombre cuya compañía no es precisamente deseable.
Pero quiero ante todo, me recuerdes por los buenos momentos y sobre todo si yo me voy antes que tú de este mundo (cosa que preferiría) porque además de presentir que mi fin está próximo, tampoco me plantearía la vida sin ti, tengas presente que te he querido y te querré siempre… - Y estas líneas son para mis dos maravillosos hijos: Marta y Francisco. He sido un padre severo y distante, lo sé, os habréis sentido poco comprendidos a veces por mí, siempre buscando refugio en vuestra madre. Os quiero con toda mi alma y me siento muy orgulloso de vosotros, sois el reflejo de lo que yo hubiera querido ser a pesar de no haber encontrado un espejo y un ejemplo perfecto en mí. No me culpéis, por favor de mis errores, no he podido vencer al enemigo que todos llevamos dentro cuando los recuerdos y las sombras del pasado entorpecen el camino de la vida. Intentar llevarme en vuestro corazón porque el mío os pertenece aunque os parezca mentira. Y a mis preciosos nietos, mucha suerte por el sendero que os toque caminar y recordar que el amor es lo que nunca debéis dejar de lado, el amor hacia los demás y hacia vosotros mismos y sobre todo, no dejéis de expresarlo”
La sorpresa con la lectura de la carta póstuma, fue inmensa. Todos se miraron sin dar crédito a lo que estaban leyendo, la emoción se hizo notar. Entrelazaron sus manos como tratando de darse fuerza y de enviar toda su energía hacia alguien que ya no estaba entre ellos. Su viuda a pesar del tiempo y las huellas del mismo, sintió que Arturo seguía a su lado.

viernes, 1 de abril de 2011

UN PUENTE BAJO EL ARCO IRIS (Micro-relato)


Hacía un calor insoportable y tenía a sus espaldas más de quinientos kilómetros recorridos, el bochorno y la sensación de incomodidad provocada por la transpiración y la temperatura se tornaba cada minuto más insufrible. Alfredo Ríos, daría la mitad de su reino por tener la oportunidad de hacer noche en algún hostal de carretera y reponer fuerzas pero no era posible. Debía llegar a su destino en el día previsto y a la hora señalada. Su jefe no entendía más razones que cumplir sus objetivos. Pero ya no podía más. Se estaba haciendo cada vez más urgente un alto en el camino. Tenía somnolencia, pequeños mareos y empezó a pensar que estaba poniendo su vida o la de otros en peligro. En el mismo lado de la carretera centelleaban las luces de un hostal-restaurante. Comenzó a reducir y señaló para detener el camión en el aparcamiento. Sintió un alivio indescriptible nada más entrar. Se acercó a la barra casi tambaleante. Pidió una consumición mientras decidía que hacer en las próximas horas a tenor del cansancio y el sueño que le invadían. De pronto alguien se percató de su presencia y fue a saludarle. - ¡Alfredo! - ¡Belén! Se abrazaron sin más, ¿quién le iba a decir que se reencontraría con su primera novia en un hostal de carretera a las nueve de la noche? Hablaron largo y tendido. Sus vidas iban en paralelo. Alfredo dio por bien empleado el haberse sentido tan abatido y verse obligado a parar en aquel lugar. - ¿Pedimos un HendrikÄ’s? Era nuestra bebida favorita, ¿recuerdas? Es una bebida exquisita, te despeja la mente y te ayuda a pensar. - Sí lo recuerdo, - los dos se echaron a reír. Cenaron juntos, se contaron todo lo que les había ocurrido desde la última vez que se vieron y se separaron por un mal entendido. - ¿Qué te parece si pruebas a trabajar en la empresa de mi hermano? Anda buscando gente y es mucho menos estresante que donde estás ahora. Siguieron hablando, por los gestos y las miradas, los dos se dieron cuenta que estaban de acuerdo en pasar la noche juntos y continuar. De pronto sonó el teléfono: Era su jefe - ¿Dónde está, Alfredo? - Voy a pasar la noche en carretera. – No le va a dar tiempo a llegar mañana a la nave para cargar de nuevo. - Es que no voy a volver a la nave -¿Cómo? Si no lo hace, le despediré, Alfredo ¡Me importa un pepino! Hacía un calor insoportable y tenía a sus espaldas más de quinientos kilómetros recorridos, el bochorno y la sensación de incomodidad provocada por la transpiración y la temperatura se tornaba cada minuto más insufrible. Alfredo Ríos, daría la mitad de su reino por tener la oportunidad de hacer noche en algún hostal de carretera y reponer fuerzas pero no era posible. Debía llegar a su destino en el día previsto y a la hora señalada. Su jefe no entendía más razones que cumplir sus objetivos. Pero ya no podía más. Se estaba haciendo cada vez más urgente un alto en el camino. Tenía somnolencia, pequeños mareos y empezó a pensar que estaba poniendo su vida o la de otros en peligro. En el mismo lado de la carretera centelleaban las luces de un hostal-restaurante. Comenzó a reducir y señaló para detener el camión en el aparcamiento. Sintió un alivio indescriptible nada más entrar. Se acercó a la barra casi tambaleante. Pidió una consumición mientras decidía que hacer en las próximas horas a tenor del cansancio y el sueño que le invadían. De pronto alguien se percató de su presencia y fue a saludarle. - ¡Alfredo! - ¡Belén! Se abrazaron sin más, ¿quién le iba a decir que se reencontraría con su primera novia en un hostal de carretera a las nueve de la noche? Hablaron largo y tendido. Sus vidas iban en paralelo. Alfredo dio por bien empleado el haberse sentido tan abatido y verse obligado a parar en aquel lugar. - ¿Pedimos un HendrikÄ’s? Era nuestra bebida favorita, ¿recuerdas? Es una bebida exquisita, te despeja la mente y te ayuda a pensar. - Sí lo recuerdo, - los dos se echaron a reír. Cenaron juntos, se contaron todo lo que les había ocurrido desde la última vez que se vieron y se separaron por un mal entendido. - ¿Qué te parece si pruebas a trabajar en la empresa de mi hermano? Anda buscando gente y es mucho menos estresante que donde estás ahora. Siguieron hablando, por los gestos y las miradas, los dos se dieron cuenta que estaban de acuerdo en pasar la noche juntos y continuar. De pronto sonó el teléfono: Era su jefe - ¿Dónde está, Alfredo? - Voy a pasar la noche en carretera. – No le va a dar tiempo a llegar mañana a la nave para cargar de nuevo. - Es que no voy a volver a la nave -¿Cómo? Si no lo hace, le despediré, Alfredo ¡Me importa un pepino! Hacía un calor insoportable y tenía a sus espaldas más de quinientos kilómetros recorridos, el bochorno y la sensación de incomodidad provocada por la transpiración y la temperatura se tornaba cada minuto más insufrible. Alfredo Ríos, daría la mitad de su reino por tener la oportunidad de hacer noche en algún hostal de carretera y reponer fuerzas pero no era posible. Debía llegar a su destino en el día previsto y a la hora señalada. Su jefe no entendía más razones que cumplir sus objetivos. Pero ya no podía más. Se estaba haciendo cada vez más urgente un alto en el camino. Tenía somnolencia, pequeños mareos y empezó a pensar que estaba poniendo su vida o la de otros en peligro. En el mismo lado de la carretera centelleaban las luces de un hostal-restaurante. Comenzó a reducir y señaló para detener el camión en el aparcamiento. Sintió un alivio indescriptible nada más entrar. Se acercó a la barra casi tambaleante. Pidió una consumición mientras decidía que hacer en las próximas horas a tenor del cansancio y el sueño que le invadían. De pronto alguien se percató de su presencia y fue a saludarle. - ¡Alfredo! - ¡Belén! Se abrazaron sin más, ¿quién le iba a decir que se reencontraría con su primera novia en un hostal de carretera a las nueve de la noche? Hablaron largo y tendido. Sus vidas iban en paralelo. Alfredo dio por bien empleado el haberse sentido tan abatido y verse obligado a parar en aquel lugar. - ¿Pedimos un HendrikÄ’s? Era nuestra bebida favorita, ¿recuerdas? Es una bebida exquisita, te despeja la mente y te ayuda a pensar. - Sí lo recuerdo, - los dos se echaron a reír. Cenaron juntos, se contaron todo lo que les había ocurrido desde la última vez que se vieron y se separaron por un mal entendido. - ¿Qué te parece si pruebas a trabajar en la empresa de mi hermano? Anda buscando gente y es mucho menos estresante que donde estás ahora. Siguieron hablando, por los gestos y las miradas, los dos se dieron cuenta que estaban de acuerdo en pasar la noche juntos y continuar. De pronto sonó el teléfono: Era su jefe - ¿Dónde está, Alfredo? - Voy a pasar la noche en carretera. – No le va a dar tiempo a llegar mañana a la nave para cargar de nuevo. - Es que no voy a volver a la nave -¿Cómo? Si no lo hace, le despediré, Alfredo ¡Me importa un pepino! UN PUENTE BAJO EL ARCO IRIS Me sentía muy orgullosa de haber inculcado a mis hijos, la tolerancia, la paciencia y sobre todo, la solidaridad y el amor al prójimo. El resultado fue positivo y además superó mis expectativas. Me consideraba una persona afortunada a pesar de las penalidades que me había tocado sufrir. Al cabo de los años y ahora que estaba jubilada continuaba sintiendo la necesidad de luchar por otros objetivos, de ir más allá y todo giraba en torno a lo mismo. Ellos me secundaban e iban a continuar mi labor. Mis cinco hijos eran iguales y diferentes. Cuatro había salido de mi vientre y el quinto de mi corazón. Les quería a todos con idéntica pasión de madre. Me quedé extasiada contemplando las fotografías que decoraban el mueble del salón. Me casé muy joven con mi novio de toda la vida, enviudé a los cinco años y con dos hijos por criar. Luego comencé a ejercer mi carrera de medicina y me fui durante un año por el mundo para aportar mi granito de arena y ayudar en lo que pudiera. Regresé de África con Joao mi segundo marido con el que aprendí todavía más cosas de la vida. Tuvimos dos hijos maravillosos luego adoptamos a Xiaomei una preciosa niña oriental que no tenía familia. Nosotros pasamos a convertirnos en la suya. Ella es quien ha proclamado a los cuatro vientos, la unión entre los pueblos, entre sus gentes. Ella ha sentido tanto nuestro cariño en su ser, en su alma que ha procurado inmortalizar de algún modo la importancia del amor en el mundo sin que importe, raza, color, condición social, religión o ideas. Sin fronteras. Me arreglé para asistir a un acto público al que estaba previsto asistirían cientos de personas. Xiaomei iba a dar una conferencia sobre ese tema. Llevaba por título: UN PUENTE BAJO EL ARCO IRIS. Las lágrimas rodaron por mis mejillas.

lunes, 14 de marzo de 2011

INCORDIO (Micro-relato)



Estaba harta de que cada día viniera a la playa un obseso a molestarme.
“Desde que te conozco, ni como, ni duermo pensando en ti” “Ven conmigo y lo tendrás todo a mi lado.”
“Mientras que no comas ni duermas, no razonaras como una persona normal, por tanto, yo: seguiré sin ver, oír ni contestar a un disco rayado con patas”.
Una semana más tarde: “Ya, como y duermo”
“Pues ahora, ya puedes pensar que yo, aunque veo y oigo no opino lo mismo”
La fotografía de la derecha es una auténtica obra de arte; sé que no "encaja" con el micro-relato pero me pareció un buen contraste. A veces no tienen por qué encajar las cosas como si fuera puzzles (esos sí que deben hacerlo si no dejarían de llamarse puzzles)
El equilibrio es importante pero salirse de él, cuidando los matices también puede ser interesante.
 
Free counter and web stats