Título: "UN PROCESO CON RETROCESO"
Si hubiera que comparar el pasado con el presente, el ayer con el hoy en vísperas del mañana, el antes y el después dentro del marco del auténtico, descomunal e inefable carrusel del mundo, no se sabría que decir.
Las opiniones se contraponen, se contradicen y entran en un orden diverso y multimensional de juicios deiferenciados y absolutamente dispares. No sabemos de la misa la media de una buena porción de cosas que nos atañen. Estamos ávidos de saber, de conocer, de discernir para poder tener una versión exacta y completa de nuestros intereses pero lo cierto es que, aunque medianamente lo conseguimos hay detalles que se nos escapan de las manos sin que nos demos cuenta. Por ejemplo: El tema del lenguaje. El vocabulario. Andamos a puntapiés con el diccionario. Un diccionario amplísimo, exhaustivo, rico en matices y cargados de sabiduría popular y ancestral. Miles de personas que amaron y aman la cultura y el buen hacer se encargaron y se encargan de promover, embellecer y brindar todo un abanico de posibilidades para que el ciudadano tenga a su alcance el privilegio optativo de comuncarse con un vocabulario grandilocuente e íntrinsecamente perfecto. Pero he aquí la cuestión. En lugar de aprovecharnos de la coyuntura y revisar de vez en cuando nuestra destreza linguística, jugamos y competimos haber quien habla peor, a ver quien dice más tacos y quien ofrece un mayor número de palabrejas y frases graciosas y malsonantes sacasas de una argot callejero anclado desde hace tiempo en nuestra sociedad. Ejemplos comunes: "mi viejo/a" refiriéndonos a los autos de nuestros días. "Mi colega de arriba de la vega" llamarle "tío, tía" a cualquiera sin que medie parenteso alguno y sin tener cuenta ni la edad ni ninguna otra circunstancia,; los vocablos a los que hago alusión están a la orden del día y se aplican en cualquier ocasión que se tercie, tales como: "curros", "pijo/a" "pasada" "pasota" "pasta" "chupi", "chachi" "guay", etc.
En fin, todos estos términos, frases y expresiones las hemos adoptado y forman parte inherente y casi imperecedera de un modo de hablar instalado hace tiempo entre nosotros que no amenza precisamente con abandonarnos porque tiene morada propia y casi fija. Pero he ahí la cuestión: ¿qué hacer? Poco o nada, tampoco es tan grave, No hay que hacer "un montaña de un grano de arena" ni "ahogarse en un vaso de agua". Vamos hacia adelante: el progreso, el avance tecnológico, científico y cultural da pasos de gigante cada día.
No hay más que ver el balance anual en un glosario a modo de resumen que se puede ver al finalizar el año, donde están todos los descubrimientos, adquiridos en pos del mañana, de un mañana mejor. Pero no pasa nada, porque ese proceso es normal, dado que siempre queda algo en el "tintero".
Es el precio que se paga por todo lo anterior. De todos modos, en el momento en que alguien se proponga dar un giro de ciento ochenta grados a esta situación, se extendera el cambio, modificando este vocabulario y dejando en el "baúl de los recuerdos" la época del "argot". No hay más que chasquear los dedos y proponérselo.
1 comentario:
Interesante artículo.
Saludos
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