jueves, 20 de mayo de 2010

LA LEY DE MURPHY (Artículo)



Cuando estás esperando una llamada durante toda la mañana o toda la tarde, de pronto piensas: “si salgo un momento para comprar el pan, malo será que en esos diez minutos, llamen”, pues efectivamente ese “malo será”, se convierte en un “es” como la copa de un pino, llaman y tú no estás en casa a menos que les dejes el móvil pero si no es así y te llaman a casa, fijo que te van a llamar cuando te hayas ausentado.
Si sales de casa y para ganar tiempo se te ocurre dejar la cocina encendida mientras que bajas otros diez minutos a comprar el periódico (por ejemplo), se quemará lo que estés haciendo en unos minutos escasos en los que parece imposible que ocurra puesto que habías estado pendiente de la comida y parecía como si le faltara mucho para terminar la cocción.
No tienes garaje propio, vas de compras, de pronto te surge un imprevisto y tienes que volver a casa a recoger unos papeles importantísimos que apremia entregar en el día, paras en casa para recogerlos, se te ocurre parar en doble fila porque se trata de dos minutos, subir, cogerlos de encima del baúl de la entrada y bajar, (no va a pasar nada), pero sí ocurre. Alguien te ha visto entrar en casa, te conoce y está aparcado justo detrás de ti, es decir, le obstaculizas la salida con tu coche, por tanto, va a timbrarte porque le ha surgido una emergencia y tiene mucha prisa, tú acabas de entrar en casa; y se dan varios factores: los papeles no están donde tu pensabas pero las llaves del coche sí las has dejado encima del baúl de la entrada y las de casa puestas de la parte de dentro de la puerta; total: que miras quien te llama a través del portero automático, ves que se trata del vecino que está en un apuro y por tu culpa no puede salir escopeteado. Te sientes culpable.
Sales como impulsado por un muelle.
Resumen: Dejas las llaves del coche sobre el baúl de la entrada, las de casa por la parte de dentro del apartamento, bajas a toda prisa por la escalera olvidando que tienes ascensor, te tuerces un tobillo y ya no puedes seguir bajando por las escaleras porque ya no avanzas a prisa y el dolor comienza a manifestarse. Ahora sí esperas el ascensor en un piso más abajo pero el ascensor está ocupado y no acude.
Te das cuenta de que no vas a poder retirar el coche porque las llaves las dejaste en casa pero tampoco puedes ir a buscarlas porque las llaves de casa están puestas por dentro. El dolor del tobillo continúa y crece. Ya ni te acuerdas de los papeles que ibas a recoger tan importantes, a casa porque lo que más apremia es todo lo que se te ha venido encima en cuestión de escasos minutos.
Al final, llegas como puedes abajo, el vecino está cabreado pero al verte en una situación tan embarazosa se calma. Él es el que tiene que llamar a un cerrajero para que te abra la puerta de casa y recupere las llaves y todo lo que se tercie porque tú, con las prisas también vas desprovisto de móvil.
Un cúmulo de despropósitos que tienen un nombre además de guiño burlesco del azar: LA LEY DE MURPHY.
Concluyendo: Mujer prevenida vale por dos y Hombre prevenido vale por dos.
Por muy estresado que uno esté: lo mejor es actuar con método porque como dijo Napoleón Bonaparte: “Vísteme despacio que tengo prisa”.

martes, 11 de mayo de 2010

ALMANAQUES (artículo)



Echando la vista atrás, el uno de enero de 2001, no solo cambiamos de años, si no también de siglo.
¿Estábamos preparados para ello? Es un cambio muy radical que deja huellas, cierra unas etapas y abre otras pero ya hemos traspasado esa barrera por goleada y nos sentimos capaces de afrontar lo que nos depare el futuro con entusiasmo y estoicismo aunque los tiempos se presenten difíciles. No es el primero que se lamenta diciendo:
“En este siglo morimos todos lo que estamos ahora mismo aquí”.
Es un tanto negativo pensar así porque en el siglo pasado se fueron millones de personas que por edad tendrían que irse en éste y a buen seguro que más de uno que ahora es joven sobrepasará el siglo que viene y no solamente los que nazcan más adelante si no alguien que ya haya nacido y que tenga más de un año y más de cinco. Además cada vez vivimos más, la esperanza de vida es mayor y según estudios que realizan los científicos, los que ahora nacen podrán llegar a los ciento y muchos años.
Las careras las empezarán más tarde, harán más de una, las acabarán sobre los treinta y tantos, empezarán a trabajar sobre los cuarenta, se casarán más de una vez y más de dos, no se jubilarán hasta los ochenta o más.
Esto es una hipótesis, algo que leí en una ocasión y me quedé con la copla.
De todos modos haciendo un repaso por los calendarios mundiales, hemos de rescatar otros calendarios, porque no para todo el mundo, estamos en el siglo XXI, ni el Tercer Milenio. Esto es solamente para el mundo católico porque para los Mayas, es el 5130.
Para los judíos el 5771, para los budistas 2554. Todo esto es aproximado.Los musulmanes atrasan más los relojes, viven en el 1431 porque toman por referencia el momento en que Mahoma huyó de la Meca en dirección a Medina. Este viaje, (la Hégira) se produjo en el año 622 de nuestra era, pero su estructura es puramente lunar.
Es curioso, yo no invento nada, no hago más que hacer un resumen de lo que voy leyendo en distintos libros y revistas sobre el tema y me doy cuenta de que todo: hasta el tiempo, es relativo. Le damos más importancia de la que tiene, porque si no existieran relojes, calendarios y cualquier cosa que nos recordara el tiempo que transcurre, no tendríamos edad marcada y establecida, llegaríamos tarde a todas partes o demasiado pronto, los documentos estarían sin fecha, no celebraríamos ningún tipo de onomástica, cumpleaños, santos ni aniversarios y en cuanto a cosas de la naturaleza habría que basarse como los pueblos indígenas en fases de la luna y mareas. En fin un auténtico “caos” entre comillas porque también tendría su encanto si lo miramos bien. A veces por culpa del tiempo, la edad y demás se desvalorizan muchas cosas que en esencia no deberían perder ni un átomo de su importancia pero están ahí las manecillas del reloj que marcan las horas y simplemente con su presencia echar por tierra cantidad de valores.
Pero hay que asumirlo, estamos sujetos a cambio, a transformación debido al poder que posee el tiempo. Todo empieza y termina. Todo tiene un fin.
“El tiempo es una cierta parte de la eternidad” CICERÓN
“El tiempo es el mejor autor, siempre encuentra un final perfecto” CHARLES CHAPLIN
“Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro” CONFUCIO
Claro que debemos estudiar la Historia para aprender de los aciertos y no repetir los errores, paliando los efectos nocivos y aprovechando las ventajas del inexorable paso del tiempo en nuestro almanaque.

BUENOS DÍAS, DOCTOR (artículo)


-Buenos días, doctor, estoy tomando una infusión a base de plantas para el dolor de cabeza. Además de las pastillas que usted me dio hace tiempo, pero lo que ocurre es que no veo resultados por eso me estoy ayudando con las infusiones.

- Mire usted, tiene que tomar las pastillas que yo de le, lo “otro” es como si tomara “agua bendita” ¿de acuerdo?
-Buenos días, doctor, he visto en una revista donde explicaba un sistema natural y revolucionario para curar la artrosis. Tengo información en casa, ¿quiere que se la enseñe?
-De acuerdo, lo miraremos, pero no me voy a creer nada, tratándose de un sistema tan “natural”, no va a ser cierto.


-Buenos días doctor, me duelen las rodillas, duermo mal y a veces tengo acidez de estómago, ¿qué me dice?
- Nada hombre, ¿qué va ser? La edad, hombre, que ya tiene usted muchos años y esas cosas pasan.
-Pero es que las rodillas me duelen cuando subo las escaleras o las bajo, nada más
-Pues lo que tiene usted que hacer es andar por lo llano, hombre, así de simple se soluciona ese problema.

Y CON UN GIRO DE CIENTO OCHENTA GRADOS

-Mire usted es mi paciente y mi obligación es velar por su salud, ahora mismo está haciendo todo lo contrario de lo que le dije, le di una dieta para el colesterol y la tensión y no la está siguiendo ni toma la medicación que le receté. Así no se puede ver mejoría.
-Lo que pasa es que usted no es un médico de personas, es un veterinario, un médico de animales y yo no soy un animal, no mejoro porque usted sabe lo que se trae entre manos. Y ahora lo que quiero es una baja porque no me encuentro bien y así no puedo ir a trabajar.
-Mire todas las pruebas que se le han hecho, han salido bien, si hace lo que yo le digo le bajara el colesterol y la tensión, pero solo por eso, no puedo darle una baja, porque es mi responsabilidad, usted está bien en estos momentos.
-Usted no es un médico, es un fontanero y le voy a denunciar. Tendrá noticias mías y le aseguro que no van a ser buenas.

-Vengo de firmar un certificado de defunción. Ya tenía noventa y nueve años. Increíble… la familia llorando por el abuelo, pero ¿cómo pueden llorar a una persona de esa edad?
-Me decía la hija que le pidiera un antígeno prostático al padre porque no se lo habían hecho nunca y ya tiene setenta y cinco años. Y yo le dije “mire, aquí el médico soy yo y por tanto quien decide lo que hay que pedir y lo que no. Usted no me puede decir que le pida un psa a su padre porque yo no lo estimo oportuno. La próstata la tendrá hipertrófica como corresponde a su edad y nada más, cuando lo crea conveniente se lo pediré”.
-Me pidió un paciente de veintidós años para hacerse un chequeo completo y yo le pregunté que le ocurría, me dijo que nada, que simplemente era para saber como estaba su salud. Yo le contesté que no era necesario que a los veintidós años no se tiene nada, que la salud a esa edad está a prueba de bomba. Estaría bueno que ahora ir al médico fuera como ir al restaurante “menú a la carta”,
Ellos pidiendo una analítica y nosotros diciendo: “Ahí va, una completa como las hamburguesas”.

Entre el edadismo, el clasismo, la incredulidad y la falta de comunicación activa y positiva anda el juego. Si cada uno, tanto de un lado como de otro, aportara un granito de arena al encuentro médico-paciente, todo resultaría más fácil.
Lo que sí es una verdad como un templo, es que hay un colectivo de profesionales como la copa de un pino que contra viento y marea luchan en pos de beneficiar a todo aquel que requiere sus servicios y más allá de eso, se vuelcan por quien lo necesite esté donde esté, más allá del ámbito nacional. Como “Médicos sin Fronteras”, muchos profesionales que colaboran con las ONG, y otros que incluso sin tener obligación de hacerlo se preocupan de sus pacientes y los visitan en su domicilio cuando creen que deben hacerlo para comprobar su evolución, aunque no se lo hayan pedido en ese momento. Yo he conocido alguno así, abnegados, preocupados por la salud de sus semejantes, de sus pacientes, empleando los mejores métodos de curación y atención personal, escucha activa y comprensión.
Es una lanza a favor de profesional y como esta lanza habría que brindarles muchas más ya que en su labor existe un alto nivel de riesgo y quebrantos. Forzosamente se ven obligados a inmunizarse contra todo lo que puedan ver; en caso contrario no serían capaces de soportar infinidad de penalidades que les toca ver día a día. Sería insostenible que la sensibilidad que todos en mayor o menor medida llevamos dentro aflorara cada vez que tiene que atender una urgencia, un herido, un enfermo Terminal o comprobar una defunción y posteriormente firmarla en medio de preguntas, aflicción y llantos. Ellos no se pueden sumar a todo, tiene que permanecer impertérritos ante todo lo que vean y sobre todo no irse con los problemas para su casa y que afecten a su vida y a sus relaciones. Eso está claro que tiene que ser así.
Y el ciudadano de a pie, por su parte, debe darse cuenta de que también debe poner de su parte y tratar de comprender que no todos los días son iguales para nadie, que el tiempo apremia, que hablando se entiende la gente y que sobre todo: los seres humanos globalmente tenemos algo en común:
Apostamos por el trato humano y solidario. Porque somos HUMANOS.
 
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